miércoles, 7 de noviembre de 2012

Paseos Dominicanos

Luego del paso de Sandy hemos hecho dos paseos. 

El primero fue un día de campo (¡los campos acá son selvas!). Estaba de cumpleaños el hijo de unos amigos de mi hermano y su esposa y nos invitaron a celebrar con ellos en su finca. ¡Estaba tan lindo!, había una piscina y una parrilla y cientos de mosquitos. Sin importar la cantidad de repelente que nos pusieramos nos atacaron sin piedad. Además su servidora tuvo la genial idea de pisar un nido de hormigas carnivoras. ¡Pobres pies!, pero igual nomás me mandé una caminata por la finca, vi como es el árbol del cacao y del noni, los colores son impresionantes y pasa lo mismo que en el sur de Chile: cuando llueve todo se vuelve de un verde fosforescente.




Luego de una semana de flojeo intenso (y la participación en un Simposio de Arte Religioso Dominicano altamente interesante) partimos el viernes pasado al centro del país, a una ciudad que se llama Santiago de Los Caballeros (mi hermano tenía una reunión, aparte de almorzar no hicimos nada más allí) y de ahí hicimos un camino maravilloso por unos cerros impresionantes hasta la costa norte de República Dominicana. Todos los pueblos que vi tenían la misma configuración: pequeños caseríos al lado de los caminos y "colmados" (almacenes), salones de belleza y "bancas" de apuesta como motor de las economías locales. Cero veredas, muchas motos. Para otro día queda el análisis de la cultura peatonal dominicana.

El destino final era Cabarete, donde se estaba desarrollando el Festival de Jazz, había harto movimiento, la playa es simplemente alucinante, y todos tienen unos cuerpos ridículamente bien contorneados. Me gusta esa moda de los hombres de andar sin polera.

Durante una caminata matutina por la playa vi mucha gente en el escenario donde se hacia el Festival. Obvio que fui a mirar y vi que estaban haciendo un concierto didáctico...  ¡cómo los que armabamos en el Teatro del Lago!. Aprovechando la visita de los artistas convocaron a unos niños de una fundación para un taller musical interactivo de jazz. Los niños aprendieron de ritmos, melodías e instrumentos. Fue super freak verlo como simple espectador. Me acordé harto de mi gente de allá (esa misma noche tenían en Frutillar la Gala de aniversario, es decir que trabajaban como locos). Estaba la versión tropical de todos los personajes. Me dio mucho gusto no estar en el lado de la producción sino que como espectadora, pero soy tan nerd que casi que me pongo a tomar apuntes...

Entre hamacas, cerveza, arena, sol y música se nos apareció la lluvia, entonces obligados, una vez más, a recluirnos a dormir mucho. El hotel tenía una terraza increíble con vista al mar donde tomábamos desayuno en la mañana y pilsen en la noche.

Mientras en Chile estaban de feriado jueves y viernes, nosotros acá tuvimos el lunes. Ese día fuimos a otra playa, la mejor de todas según mi hermano. Se llama Playa Grande (adivinen porque). ¡Había unas olas que se mueren! ¡estuve como 15 minutos revolcándome en la arena sin poder pararme!. Terminamos los tres con arena hasta en los lugares más recónditos después de pasarlo la raja chapoteando. En la tarde fuimos a un campo de golf que está sobre un acantilado y desde donde se ve la playa. Mi hermano jugó golf mientras con su esposa nos subimos a un carrito y paseamos de lo lindo. Acá la dinámica del golf es bastante diferente a la de Chile. Uno no tiene que ser socio de ningún club, solo pagar un derecho para usar el campo. No es tan caro como allá tampoco.

El martes volvimos a la capital. He andado entre de floja y de turista, ayer me mandé como 10 kilómetros de caminata, me duelen los músculos y mi piel ya cambió de color. También empecé a aprender como se usa el transporte público. Estoy viendo por donde más paseo, me queda hasta el 28 de diciembre para conocer y aprender lo más que pueda. Tengo pasajes para ese día a Ciudad de México, ¿conocen a alguien por allá?.

Saludos a todos y ¡buen camino!

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