viernes, 25 de julio de 2014

El miedo


Me gusta escribir pero me cuesta, porque es abrir una ventanita de uno mismo y mostrarle un montón de cosas muy íntimas a un montón de personas. Bueno, no sé si un montón, más bien, a todo quien le interese pasar por aquí. 

Este post lo llevo masticando meses en mi cabeza, por eso a veces me demoro tanto en actualizar esto. Porque lo que escribo lo pienso mucho, lo redacto y ordeno mil veces dentro de mi cabeza para recién empezar a escribir.

Hace meses que quiero hablarles del miedo. No porque tenga tanto que decir, poetas y filósofos pueden hablar de él mucho mejor que yo, pero me interesa tratarlo por una pregunta que mucha gente me hace cuando ando viajando o planeando un viaje sola: 

¿Y no te da miedo?.


No siempre nos sentimos los reyes del mundo. 
San Pedro de Atacama, Chile. 2008.

Uno desde siempre lo siente y lo reflexiona, pero empecé a pensar en serio sobre el miedo (desde el contexto del viaje) en Colombia, cuando me estaba cambiando de pueblo (otra vez) y me pregunté a mi misma ¿porque me hago esto?, puta, armar la mochila otra vez, despedirme de amigos otra vez, llegar a un lugar donde no conozco a nadie, buscar casa, conocer los barrios, la gente... 

Despedirme, otra vez... Avanzar a lo desconocido.

Sobretodo con lo que me cuesta desprenderme, despedir ciudades, amigos, ríos, comadres, hábitos, amores, plazas, madrecitas y padrecitos, ferias, carnavales y enemigos...

Claro que da miedo, siempre respondo eso cuando me preguntan. ¿Y no te da miedo?, claro que me da miedo, estar en la ruta, sola, medio a la deriva, estar siempre sin entender muy bien lo que pasa alrededor, tomando decisiones, a veces buenas, a veces pésimas. 


Acuérdense que el machismo mata.
Ciudad de Guatemala. 2013.


¿Miedo a qué? Miedo a lo desconocido, a no encontrar lo que busco, a que no salga todo como yo pienso. Miedo a la traición, a la enfermedad, a la pérdida de alguien querido, miedo a lo que pueda pasar en casa estando yo lejos, miedo a lo que pase en el destino al que voy, miedo al fracaso, miedo al éxito, miedo a la libertad, a perder la esperanza.

Pero el miedo se diluye. Al menos yo nunca dejo de sentirlo del todo, pero se apacigua.

Se mantiene a la raya cuando me acomodo con mis chivas a la orilla de una carretera, cuando el miedo se enfrenta a la adrenalina y a la expectación, cuando el viento me revuelve el pelo, y el sol me pega en la cara, cuando me subo al pick up de una camioneta, cuando miro, maravillada, un nuevo paisaje y pienso: "padelante es pallá". 




Con los amigos soñando el futuro. 
Maitencillo, Chile. 2007.